DÍAS DE RADIO (II): RAFAEL ABITBOL

 

En un septiembre mi afición musical giró completamente: las tardes de vuelta del nuevo curso en el nuevo instituto (Cantoria por Albox) empezaron a estar acompañadas por la música de una nueva emisora sintonizada por casualidad que ponía canciones de artistas desconocidos, y que a base de repetirlas cada cuanto, y de hacer de un elepé el disco de la semana, consiguió empezar a captar mi atención. El locutor de aquel programa de las tardes llamado simplemente Rock 3 terminó por atraer mi interés con un estilo ciertamente atractivo.

Se trataba de Rafael Abitbol, y en este nuevo septiembre en que siempre me acordaré de aquel km 0, quiero dejar mi reconocimiento porque él tuvo buena culpa de un viraje definitivo en mi formación.

Tras mi humilde pero agradecido, sincero, homenaje al querido Juan De Pablos, llega el momento de dejar también constancia agradecida de la labor de Rafael Abitbol como fino conductor de mis gustos musicales, aunque en este caso el adjetivo «querido» no salga de manera espontánea. Locutor con su carga de polémica (aquella salida de Radio 3 por el affaire del supuesto amiguismo hacia WEA), que a muchos no gustaba por su personalidad, sus particularismos, sus rencillas con otros locutores… qué se yo, a mi me pilló en una edad muy tierna, y si bien me tiraba de los pelos por su costumbre de pisar las canciones sin apenas reparo (¿cabe mayor pecado en un locutor de radio?), debo reconocer que, si escuchara su voz presentando una canción cualquier día de estos, sentiría una oleada de emoción.

A una edad tan impresionable resulta fácil dejarte enganchar, engatusar. Pero él tenía las maneras, él podía hacerlo; quiso -al menos durante un tiempo- que el oyente se uniera a su causa, que no era otra que la de promover una «escena moderna» del pop en este país, teniendo a Las Islas como modelo. Recordándolo, me sonrío con aquello de presentar un nuevo disco como si se tratara de una primicia mundial, pero ¡qué demonios, lograba que como oyente te sintieras el centro del mundo!

Y luego esa facilidad que tenía para ir combinando soul y rock y pop, mainstream e independiente («de vanguardia», se decía), mostrándolo todo como si de una única escena se tratara, como si fuese la verdadera tendencia a seguir. Y uno tan contento, tan modernillo,  sintiéndose tan diferente al «pueblo llano» que babeaba con Dire Straits y con Europe. Bien es verdad que no hacía mucho que yo había quitado de la pared, con la determinación del que ha vist0 la luz, los pósters de Madonna y Duran Duran, pero aquello a mí ya me parecía el vergonzoso rastro de una época pretérita.

Porque, pensándolo, tiene su mérito que consiguiera que me hiciera fan de Cameo y de Hüsker Dü, de The Waterboys y de R.E.M., de Los Ronaldos y de That Petrol Emotion, y entremedio de Los Records y de los Romantics, al recordar de cuando en cuando su seguro que legendaria época de Champú, Peine y Brillantina.

De todo aquello salí encaminado y determinado , con algunas direcciones aprendidas y anotadas, a emprender mi viaje.

Yo doy por bueno que mi particular  «época moderna» comenzase con él, para ir ya asentándola por mi mismo a modo de ejercicios progresivos de madurez.Teniendo en cuenta el hecho de vivir en un pequeño pueblo de sierra que bla, bla, bla… creo que no es mal pedigrí reconocer que me convertí en un aficionado criado con programas de radio. Radio 3 hizo mucho por la afición musical de este país. Cómo negarlo. Puede que lo siga haciendo para otros, porque algún programa de mérito queda en su parrilla, más o menos arrinconado, pero áun queda gente para los que la sincera recomendación musical sigue siendo un imperativo ético.

Siempre me quedo con la sensación de haber vivido los últimos momentos de lo que a posteriori devendría en gran época, por contraposición a los nuevos tiempos; como el que llega a los postres de un gran banquete. Algo es algo, así que yo también puedo decir que tuve mis buenos días de radio.

«Mi habitación es mi castillo», podría ser el lema para simplificar buena parte de aquellos años adolescentes, y el radiocassette el bien más preciado de aquel recinto, seguro. Con aquel Sanyo heredado de mi abuelo crucé my particular Rubicón, pasando de los 40 Principales en Radio Algeciras FM a la programación de Radio 3, y dentro de ella a Rock 3, aquel informativo musical vespertino que solía comenzar con la frase «Saludos de parte del equipo técnico», tras una sintonía que cambiaba cada temporada; recuerdo la que abría con una canción de los Psychedelic Furs.

La selección que sigue está centrada en los años 1986 y 1987, porque son los que mayor carga emocional contienen, cuyas canciones siempre tendré asociadas a aquel gran descubrimiento sucedido en septiembre:

«The whole of the moon», como «The killing moon», como «Love at first sight», como «Cars and girls» y ¡bfff! tantas otras, quedaron como clásicas de los ochenta, y yo las conocí en el programa de Rafael Abitbol. Recuerdo un par de directos radiados que grabé en cinta: uno de The Waterboys, precisamente, y otro de Lloyd Cole And The Commotions, grandioso, que me hubiera gustado conservar. Toda aquella serie de canciones seguidas, una clásica tras otra que siempre me viene a la memoria cuando escucho sus dos primeros discos (que compré después), y de los que he elegido «Perfect blue» como podía haber sido otra.

Ese concierto grabado forma parte de una de mis navidades más especiales que recuerdo, en las que otras canciones como la famosa «Fairytale of New York» y sobre todo «Last train to heaven» forman una banda sonora muy especial con sano aire helado, esperando por la noche a algún amigo…  El gran amigo australiano, Paul Kelly, bautizado para mí por siempre con aquel bonito artículo que le dedicó Rafa Cervera en una Rockdelux.

Cuando escuché «The seabirds» hace un tiempo, tras comprarme por fin Born Sandy Devotional en vinilo de segunda mano, sentí un nudo emotivo: «Así que era ésta » la que yo tenía grabada en cinta, sin el título. Sé de gente a la que aprecio mucho, muchísimo, para los que ese elepé, o simplemente la carrera de los Triffids, son considerados como palabras mayores; sinceramente, a mi me sigue costando cogerles el gusto, torpe que es uno, pero «The seabirds», que seguramente no fuera radiada con profusión en el programa, es una de esas canciones emocionalmante definitorias de una época; una de esas canciones con tal sustancia alimenticia que aún siento el regusto en mi garganta. Ya digo, un nudo, y creo que la responsable final de que me animara por fin a hacer el recopilatorio.

Canciones grabadas en cintas, BASF mayormente, compradas en Cantoria, en una tienda cerca del instituto; BASF en homenaje a aquella guapa esquiadora suiza, Maria Walliser, cuando la multinacional química patrocinaba la Copa del Mundo; luego me enteré de lo de los vertidos contaminantes al Rhin. En fin, así de tonto se podía poner uno, a una edad en la que cualquier gesto podía llegar a tener significados fatales.

Canciones estampadas en una cinta magnética, mutiladas en su comienzo y al final, pero cuyo brillo, a pesar del pobre sonido, aún ilumina mis recuerdos. Canciones algunas, muchas de ellas, sin título y a veces sin ni siquiera autor en la carátula; como «Fancy dress,» de The Bathers. «¿De qué me suena?» pensé al encontrármela tras todos estos años. Y es que ella también poseyó un trozo de cinta para vivir por siempre. Grupo bastante considerado por los seguidores del pop escocés (¿eh, Marina?), y del que yo solo percibo algún rastro Bowie en las canciones más destacables. Pero mira, se hizo con su hueco.

El manantial del pop escocés… Buena parte de este recopilatorio primo hermano se nutría de él, y muchos de sus nombres repiten protagonismo en el recuento de los grandes hallazgos de Rock 3. Me compré Swimmer, de The Big Dish, por culpa de Rafael Abitbol; en cinta, porque en aquellos primeros tiempos no tenía ni tocadiscos. Amé esa cinta, escuchándola en el radiocasette del 131 de mi padre,y algo más adelante, dándomelas de más maduro, me avergoncé de ella; mucho después la volví a mirar con cariño cuando mi hermano Jacinto la rescató, quizás como señal de que lo que hacía el hermano mayor pudo llegar a tener algo de repercusión; por eso la miré con otros ojos, y ahora, dándomelas de sentimental,  la veo como parte de lo que una vez fue y ya nunca más será. Otra vez ese incómodo nudo.

The Big Dish, The Bible, Martin Stephenson and The Daintees y su magnífico Boat To Bolivia (también en cinta), o aquel grupo que se llamaba ¿cómo era? «El Amante Habla», The Lover Speaks. Desde luego, el núcleo del asunto viene con The Blue Nile y con el «Sunday morning» de The Bolshoi: «Downtown lights» ondea la bandera de la canción tipo de lo mejor que transmitía Rafael Abitbol con aquella música, emocionantísima en su sereno poso; y de «Sunday morning» qué voy a decir: seguro que una favorita para tantos oyentes… Mañanas en el autobús camino del instituto; con  una imagen asociada, unos años después, de los tiempos de la universidad: la de un estudiante pegado al aparato de radio, en la cantina del Colegio Mayor Isabel La Católica, en Granada, en el momento en que sonaba «Sunday morning», no sé en qué emisora (¿estaría Rafa Abitbol detrás?). «¡Ah, qué canción ésta!», decía aquel oyente, y yo recordé el tiempo en que fue una de esas clásicas en el programa.

El autobús del instituto, el troncomóvil de José Antonio en uno de cuyos ceniceros en el respaldo del asiento escribí R.E.M…. Y el banco en el hall del instituto en el que puse «Fall On Me». Puede que R.E.M., «los sureños R.E.M.», fuese el gran triunfo de Abitbol para la afición hispana; convertidos en una referencia absoluta, consiguió que se crearan las condiciones para  que su fama creciera y creciera.

Bueno, R.E.M. y los Smiths, claro: la gran referencia para estar en la onda. Yo llegué a tiempo del recopilatorio The World Won’t Listen, que compré en cinta: esa y la del primer álbum de Los Ronaldos, porque recuerdo perfectamente aquel pedido a Discoplay. El pedido anterior fue el de la transición, con el grandes éxitos de Police, y antes que eso, unos meses tan solo, Iván y el U.S.A. For Africa. Así que ya ves, todo ocurrió unos pocos meses después, pero para mí resultó un nuevo mundo aparte.

The Smiths como el gran nombre del pop británico de los ochenta. Yo no los tomé especialmente como bandera, pero sí todos aquellos otros grupos independientes de guitarras, de mayoría británica, que sentí como más míos: «Los Erizos De Mar», «Las Langostas próximas», «El Regalo De Bodas», «Las Poderosas Gotas De Limón», «Las Compañeras de Piso»… Sí, aquella costumbre que tenía de traducir los nombres al presentar a los grupos, tan agradecida por mí porque así podía escribirlos en las carátulas, mientras grababa aquellas canciones que parecían llamarme de manera especial, alentando mi imaginación. Una manera como otra de empezar a flirtear con el inglés. Eso fue una vez establecido sólidamente en Radio 3, y bajo la guía de Rafael Abitbol, aquel locutor con habilidad para ganarse a la audiencia… Seguramente yo era demasiado facilón.

Con aquella escena independiente quise quedarme; aquello sirvió para encañonar gustos e inquietudes por mucho tiempo. Me saldría una selección aparte, tan personal o seguramente más sentida que ésta, pero voy a tirar de The Bodines para dejar constancia: tanto «Therese» como «Heard it All», me sirven, y si elijo la de su tercer single es porque en mi memoria está grabada enlazada con «Fall On Me», porque así quedó en cinta, y así vuelvo a ponerlas ahora; eso sí, respetando el final de una y el inicio de la siguiente. «Gentle Tuesday» de Primal Scream ha estado a punto de colarse por su relevancia en aquella época, pero dejemos de brillante ejemplo a the Bodines, que aquel pop independiente merece espacio aparte.

Tanto Played -que por cierto tiene reedición estos días- como Sonic Flower Groove fueron de los primeros elepés que compré de importación. Bueno, me acuerdo del primer pedido a Del Sur, aquel dealer inevitable, con un par de álbumes de Hüsker Dü y de R.E.M. De la emoción de regresar con el paquete de vuelta de correos pegué un hostión con la bici; pero ni me enteré, levantándome con el ánimo intacto, con la mirada beatífica del que se siente feliz en el mejor de los mundos posibles.

La misma ilusión, pongamos por caso, que sentiría un joven ante su primera Play, o la generación precedente por su primera moto, o la anterior por su primera bici de verdad la sentí yo cuando tuve mi equipo de música, un Grundig comprado en Granada. Recuerdo entonces, todo por culpa de Rock 3, los primeros elepés pedidos -dónde si no- a Discoplay, ahora que ya tenía por fin tocadiscos: Los Housemartins, el de los Smithereens y el Tell God I’m Here de Hurrah!. Recuerdo la base de fans de Hurrah! montada gracias al programa. Al poco los olvidaría, por esa producción demasiado mainstream porque, como se ve, uno mientras es joven y tiene fuerzas va radicalizando su postura (¿cuántas veces me habré reído con aquella idea loca de deshacerme del What’s Going On por llevar arreglos de cuerdas?), pero a quien no olvidé fue a los Go-Betweens de Tallullah y del siguiente, el célebre 16 Lovers Lane.

1988 trajo más de lo mismo, con especial recuerdo a otros australianos, The Church, que me fueron presentados con su elepé  Starfish que los haría ya muy famosos. No he puesto su clásico «Almost With You» pese a que es una absoluta favorita, pero no tengo claro que no la escuchara por primera vez en algún programa de José María Rey.

Y después, bueno, cada mochuelo a su olivo. En la época universitaria volví a encontrarme a Rafael Abitbol en M80 Radio, época de la que me quedan recuerdos con nombres como The Beloved, la famosísima «Unfinished sympathy» o este Exito Pop Celestial neozelandés que me sirve para cerrar la carpeta. Tuvo que volver a ser aquel eficaz locutor, como seguramente hubo pocos, quien me presentara esta última maravilla pop, entonces y ahora, facturada por el gran gran Martin Phillipps. Y hubo gente que sí se dio cuenta.

1. The Waterboys: The whole of the moon (1985).

2. Lloyd Cole And The Commotions: Perfect blue (1985)

3. Paul Kelly And The Coloured Girls: Last train to heaven (1986)

4. The Triffids: The Seabirds (1986)

5. The Bathers: Fancy dress (1986)

6. The Big Dish: Slide (1986)

7. Martin Stephenson & The Daintees: Piece of the cake (1986)

8. The Bodines: heard it all (1986)

9.  R.E.M.: Fall on me (1986)

10.The Bolshoi: Sunday Morning (1986)

11.The Stranglers: Always The Sun (1986)

12. Hurrah!:Better time (1987)

13. The Go-Betweens: Right Here (1987)

14. The Smiths: Half a person (1987)

15. Julian Cope: Trampoline (1987)

16. The Church: Under the Milky Way (1988)

17. The Blue Nile: The Downtown Lights (1989)

18. The Chills: Heavenly pop hit (1990)

 Rock 3